martes, 16 de octubre de 2007

La Historia del Zarrapastroso

Era una cálida noche de un sábado de Octubre. Después de lanzar la eterna pregunta del “a donde vamos?” y los consiguientes “a mi me da igual”, “mientras hayan tías”,etc. Terminamos en un antro llamado la Plataforma. El lugar no estaba mal. 10 € la entrada con derecho a consumición y música que me encanta oír, pero no tanto bailar. Nirvana, Deep Purple incluso Sabina, son artistas que no se caracterizan por hacer composiciones aptas para bailar. Al menos no tenía que soportar la tortura auditiva del reggaetonto, ni los alaridos habituales de los triunfitos and Co, cosa de agradecer.

Horas más tarde y debido a la masificación del local, terminamos en el podium intentando mover algo más que las pestañas. Exactamente yo no estaba ubicado en él, sino en los escalones que lo conformaban. En el inmediato escalón inferior había una morenita de buen ver. Amanosica como diría el gran Zeros. En una escala del 1 al 10, la puntuaría con un notable alto yendo sobrio, sobresaliente en condiciones normales (a esas horas son 4 cervezas y 310 grados Kelvin).

Delante de ella había un engendro salido directamente de la alcantarilla más cercana. No era gordo, es que estaba hecho de una pieza desde el cuello a las piernas. No es que fuera feo, es que asustaba al miedo. Iba vestido en plan guarrete: camiseta azul 2 tallas más grande XXXL, tejanos anchos en plan bolsa de basura, barba de 2 semanas…Realmente era un auténtico zarrapastroso.

Pues bien, lo que aconteció después me dejó sorprendido como pocas cosas lo han logrado.

El sujeto en cuestión comenzó su danza del cortejo contoneando toda su masa al son de la música. Recordemos que las canciones eran rockeras, con lo que agitaba todo su ser con cierta virulencia, casi espasmódicamente diría yo. Espectáculo dantesco como pocos haya visto, hasta que cogió la mano de la chica y comenzaron a bailar. Para mi sorpresa, la chica no rehuyó el contacto de aquel yeti urbano, sino que con más gracia que él, aceptó la invitación y bailó sensualmente al son de las guitarras. -No está claro, me dije para mis adentros. Sin embargo la función no había hecho más que empezar.

Al finalizar la canción, o 2 canciones, no lo recuerdo bien, empezó a sonar una canción más lenta. El zarrapastroso debió pensar, si es que aquello pensaba: ¡Esta es la mía! y fue acercando aquel amasijo de carne y pelos que él llamaría cara al blanco, bello y quasi angelical rostro de la chica. En una mueca que intentaba simular un beso, tomó rumbo fijo hacía la boca de la muchacha. Ella esquivó, aunque tímidamente, la embestida una vez, dos veces hasta que ZAS en toda la boca (nunca mejor dicho) a la tercera hubo contacto con “tacto”. Dioooooos!!!! Os juro que me quedé helado, pero lo que más me sorprendió es que ella no sólo no había arrancado a correr y vomitar, y no por ese orden, sino que aguantó la posición esperando la siguiente embestida. Espoleado al ver que la chica no había tocado retirada, arremetió una vez más, como si de una anaconda se tratara, abrió la boca y atacó metiéndole la lengua hasta el punto de averiguar que había cenado ella.

AICANBILIVET!!!! Asqueroso, repugnante…casi muestro lo que había cenado yo. Todo estaba pasando en el escalón delante al mío. Una mezcla entre sorpresa y acceso de vómito recorría mi cuerpo. No pudimos hacer otra cosa que descojonarnos mi amigo y yo ante el documental del apareamiento que el cochino jabalín que teníamos delante nuestro. Imaginaos si era feo el chaval, que la amiga de ella se estaba tronchando de risa con una expresión de “chata, cuando se te pase la borrachera vas a flipar”.

Después del intercambio salival, se intercambiaron los números de móvil. Tras otros encontronazos bucales, él desapareció, no sé si se fue, si buscó más alcohol para que ella no despertara de su trance etílico. Ni lo sé, ni me importa. Después de aquello me sentí abatido, descorazonado. En principio aquel episodio de Twilight Zone debería haberme embravuconado ¡Si él pudo ligar cualquiera podía!.. pero no…fue demasiado para mi, aquello atentaba contra todo aquello que creía saber sobre mujeres, las normas sociales y el cortejo del conejo. Amigas, hermanas, conocidas…todas intentan hacerme entender que se tendrían que conocer…el alcohol, drogas duras, ceguera (ya sea de nacimiento o temporal)…son algunas de las explicaciones que he intentado atribuirle yo a ese acontecimiento.

Lo que de verdad pasó, ya nunca lo sabremos.